Boca se trajo el empate que fue a buscar a Montevideo: sin goles y sin demasiadas zozobras ante Nacional por la ida de los octavos de final de la Libertadores. El equipo de Almirón salió a jugar con un 4-5-1 y terminó con un 5-4-1 que no disimuló sus intenciones. Todo se definirá en la vuelta, el próximo miércoles en La Bombonera, con el posible debut de Edinson Cavani.
Atento a la promocionada pierna fuerte de los uruguayos, Almirón optó por un equipo experimentado para salir al Gran Parque Central, dejando por ejemplo a Valentín Barco, uno de los mejores del flojo semestre xeneize, en el banco. Con sobrepoblación en el medio y la solitaria presencia de Merentiel como referente de ataque, Boca pudo hacer de a ratos lo que pretendió: circular la pelota de lado a lado para que pasen los minutos y la furia inicial del Bolso se vaya enfriando, al igual que el ensordecedor aliento de su público.
Pero cuando no pudo dormir la tenencia, Boca sufrió cerca de su área, como cuando Nacional se perdió un gol increíble a través de Juan Ramírez, cuyo remate dio en el palo y luego, como a propósito, la pelota buscó refugio en Chiquito Romero. La jugada se inició con un despeje de cabeza al medio de Figal, quien verdaderamente tuvo una noche para el olvido. Para suerte xeneize (la buena), su colega de zaga, Valentini, se mostró mucho más seguro y sensato a la hora de reventar todo lo que pasó cerca suyo.
Otro que no anduvo entonado por el lado visitante fue Merentiel. El uruguayo, exPeñarol, desperdició un cabezazo sin arquero (muy inseguro, por cierto) en el primer tiempo y dos regalitos insólitos de la defensa de Nacional en el segundo que dejaron expuestas sus limitaciones técnicas.