A través de sus historias de instagram relató cómo comenzó todo. “Cada uno tendrá su propia historia con Messi. Esta que les voy a contar es mía. Y es el por qué siempre le voy a estar eternamente agradecida. Y no es por el fútbol”, fue la primera frase con la que empezó.
En 2008, cuando su hijo Tomás tenía 4 años y ningún médico le daba un diagnóstico certero de por qué no crecía a la par de los otros chicos de su edad, Bárbara se puso a investigar por su cuenta y llegó a la conclusión de que tenía la misma enfermedad que Lionel Messi: déficit de la hormona de crecimiento.
Su instinto maternal fue tan certero que el profesional enseguida lo mandó a hacer tomografías, radiografías de muñecas, análisis de todo tipo y decenas de estudios prácticamente desconocidos para esos tiempos. Tommy, como lo llamaba la familia, debía someterse a un tratamiento durante 10 años.
La mujer compró un póster de Messi y lo colgó en la pared de la habitación de su hijo. Lo sentó en la cama y le contó que tenía que empezar un largo tratamiento y que Messi era la única persona que conocía que le había pasado lo mismo.
Le remarcó que ese impedimento que hoy él tenía nunca le impidió a Messi cumplir sus sueños y que llegó a convertirse en futbolista profesional. “Además de tenerlo como ejemplo en el fútbol lo tenés que tener como ejemplo del aguante, de la tolerancia a los pinchazos, de esperanza para crecer”, insistió Bárbara frente a la mirada incrédula de su hijo.
A través de un conocido, consiguió el teléfono de Jorge, el papá del jugador, quien muy amablemente le ofreció a Tommy la posibilidad de conocer a Lio.
El encuentro se concretó el 3 de septiembre de 2008 en el Hotel Intercontinental donde Messi, de apenas 23 años, estaba concentrando con la Selección. Se sentaron a charlar sobre la alfombra del hotel.
A pesar de que Messi se mostraba tímido y era de pocas palabras, se entendieron enseguida. Lo animó y le dio la fortaleza que necesitaba para bancar los miles de pinchazos que aún tenía por delante. Le dijo que tuviera paciencia, que todo iba a salir bien. Tommy le creyó. Se fue esperanzado y con apenas una sola foto de ese momento único, que el propio futbolista propuso.
“¿Nos sacamos una foto?”, le dijo Messi. Y Tommy inocentemente le contestó: “No te quiero molestar. Todos te molestan pidiéndote una foto”. Y él, con la grandeza que lo caracteriza, insistió: “Saquémonos una foto que mañana la vas a querer tener”.
Barbara destacó: “Uno lo ve ahora campeón del mundo pero detrás hay otros motivos que lo hacen mucho más grande”. Y agregó: “Nosotros conocimos a Messi como persona, no como deportista, porque nunca hablamos de fútbol”.
Hoy, Tommy tiene 18 años, vive con sus padres en el barrio porteño de Belgrano y estudia comunicación digital. No le quedó ninguna secuela y tiene una estatura más que aceptable. Es fanático de Messi y juega al fútbol con sus amigos de manera amateur.
Fuente: infobae