Hay final de ciclo en Boca. El primero de varios que se concretarán en las próximas semanas. Es el de Mauro Zárate, que anticipadamente se despidió del plantel y pegó el portazo, disconforme por la escasa participación que tuvo a lo largo del ciclo. Un paso por el club que prometía más, pero terminó con un final con más pena que gloria.
Durante la mañana de ayer sábado, el delantero tuvo una charla con el cuerpo técnico tras no haber sido convocado en el superclásico con River del domingo pasado y luego no haber jugado ni un minuto frente a Barcelona, de Ecuador, en la igualdad por la Copa Libertadores. Molesto por no ser tenido en cuenta y la falta de oportunidades, incluso, cuando muchas veces ocupó un lugar entre los suplentes, Zárate se lo hizo saber a Miguel Ángel Russo. Y en base a lo charlado –el diálogo fue acalorado, con tonos elevados-, este domingo por la mañana tomó la abrupta decisión de decir adiós cuando al semestre aún no tiene punto final.
El Consejo de Fútbol, liderado por Juan Román Riquelme, había acordado (por pedido del propio entrenador) la renovación en julio pasado. El equipo de ex jugadores no estaba demasiado conforme con la decisión, lo creían prescindible. Tampoco había caído bien la exigencia del ex hombre de Vélez de tener en su nuevo contrato la misma cláusula que sí se le había permitido a un ídolo como Carlos Tevez: una cláusula de salida unilateral para diciembre de 2020, pero sí se le permitió que fuera incluida una para junio de este año. La misma es la que el atacante, de 34 años, ejecutará. Aunque sin querer saber nada más con su poca participación en el primer equipo, prefirió anticiparse con la despedida.
Lo dicho: la buena relación que lo unía con Russo, el técnico que lo dirigió en el club de Liniers y donde fueron campeones en 2005, no terminó siendo la mejor, pese a que fue el DT el que exigió que siguiera en el club. Zárate se veía venir que, al igual que los partidos anteriores a la pandemia, seguiría no siendo muy tenido en cuenta, pero también es real que cuando debió saltar al campo no estuvo a la altura: entre lesiones (mayormente musculares) y un bajo rendimiento, nunca aprovechó las oportunidades.
Fuente: La Nación