El domingo en horas de la madrugada el profesor Ariel Constanzo falleció trágicamente cuando un gendarme borracho que conducía una camioneta doble tracción, al salir de una fiesta clandestina, lo arrolló y literalmente lo arrastró por casi una cuadra. Fue una muerte absurda de una persona de gran valor para la comunidad de Tartagal, protagonizada por un asesino al volante lo cual hace aún más doloroso este desenlace que terminó con la vida de un hombre de bien, dedicado al deporte y sobre todo a transmitir lo que sabía de artes marciales a las nuevas generaciones de chicos, sobre todo humildes, de los barrios de Tartagal.
Una alegría inolvidable
Hace tres años Ariel Constanzo vivía una alegría inmensa cuando un chico de Tartagal, al que entrenaba desde hacía varios años, se consagró como campeón nacional y trajo la medalla dorada para su familia, sus compañeros y para su entrenador.
Alan Gutiérrez, un estudiante del Instituto de Enseñanza Media de Tartagal y luego de 8 años de intenso entrenamiento, conseguía en Mar del Plata esta presea, dejando en alto el taekwondo tartagalense. Alan residía en el barrio 9 de Julio, una de las comunidades más postergadas y quizás por eso más conflictivas de Tartagal que suele ser noticia permanente por peleas, enfrentamiento de patotas y la muerte de jóvenes consumidores de drogas y alcohol.
Pero el chico, de la mano de su entrenador Ariel Constanzo, demostró que la adversidad se puede vencer con dedicación y constancia. Por esas cosas de la burocracia, Alan en ese momento no pudo estar con Ariel a su lado porque increíblemente la Secretaría de Deportes de la Provincia no le hizo un lugar para que el entrenador integrara la delegación salteña. Pero aún así y a 2 mil kilómetros de distancia, Constanzo no dejó de alentarlo y así fue que la medalla de oro se vino a Tartagal.
Para las generaciones futuras
Con la constancia de quien sabía que el deporte es la mayor contención para luchar contra adicciones y tantos otros flagelos que están a la orden del día y que tiene entre sus víctimas a los chicos y adolescentes más humildes, Constanzo reunía cada día en el CIC Norte a unos 80 chicos de humilde condición que residen en su mayoría en los barrios de la zona norte de Tartagal. Entre ellos estaba en ese momento el flamante campeón nacional.
"Antes de obtener la medalla de oro, tuvo 6 peleas y las ganó a todas. Yo no podía más de los nervios y estaba con el teléfono en la mano todo el tiempo porque no era solo Alan, eran otros dos chicos del CIC que también estaban compitiendo", relataba en una nota de El Tribuno el querido entrenador.
Y agregaba entonces: "Alan ganó medalla de oro, pero su compañero, oriundo de la comunidad del Kilómetro 6, salió quinto y la nena que iba de nuestra escuela también tuvo una buena perfomance", decía con una alegría desbordante.
Un valioso trabajo social en el terreno
Constanzo, en su condición de trabajador eventual -planillero que cobran quincenalmente del municipio- hacía un trabajo increíble con los chicos de las barriadas más humildes de Tartagal, trabajando con un compromiso que era digno de destacar.
Muchos de los chicos con los que Constanzo trabajaba no conocían ni la ciudad de Salta y por eso el trabajo del querido profesor no pasaba solo por los logros deportivos, sino que iban mucho más allá.
“La idea de crear esta escuela de Taekwondo fue para trabajar con los chicos y evitar tantos males. El deporte es la mejor contención que se les puede dar, de eso no tengo ninguna duda. Ese fue el primer objetivo, pero después sumamos otros como lograr nivel competitivo. Son alrededor de 80 los chicos que asisten diariamente a las prácticas. Como tengo mi trabajo particular, entrenamos desde las 20 hasta las 23 y hemos logrado algo que parecía muy difícil: que los chicos de diferentes barrios se hagan amigos y compañeros. El hecho de ser de diferentes barrios genera enfrentamientos y ese fue otro objetivo alcanzado”, resaltaba con notable entusiasmo.
Pero como una burla del destino, fue un hombre borracho el que lo arrolló y lo mató al salir de una fiesta clandestina, truncando una vida valiosa y privando a cientos de chicos norteños de contar con un hombre de bien, dedicado al deporte y a contener a los más chicos alejándonos de tantos peligros.