La flota que Estados Unidos anunció que se dirigía a la península de Corea y que generó tensión mundial, siguió la dirección contraria y se dedicó a maniobras conjuntas con Australia. Dicen analistas internacionales que la aministración Trump ha pasado hoy uno de los momentos más bochornosos de sus 89 días de vida, al descubrirse que la disuasoria flota nuclear que supuestamente se dirigía a la Península de Corea para mostrar los dientes al régimen de Pyongyang, nunca tomó esa dirección, sino que navegó en la contraria.
Todos lo escucharon el 8 de abril, cuando el almirante Harry Harris anunció que el portaviones nuclear Carl Vinson y su poderoso grupo de combate, con 6.000 soldados y más de 60 aeronaves, se dirigían desde Singapur hacia Corea.
Tan sólo dos días antes Estados Unidos había bombardeado al régimen sirio. El 11 de abril, el antiguo teniente general Mattis confirmó públicamente la misión, y al día siguiente el propio presidente insistió en que se había “enviado a una poderosa armada”. La posibilidad de un ataque preventivo se agigantó. Finalmente cuando el portaaviones se hallaba a 5.600 kilómetros de la Península de Corea, comenzó a navegar en dirección contraria, concretamente hacia el Índico.
Su objetivo: participar en unas maniobras conjuntas con la marina australiana. Ahora, algunas fuentes militares según el prestigioso diario El País, han explicado que no se corrigió a tiempo el itinerario de la flota, prefijado para las maniobras conjuntas, pero que estaba previsto navegar después hacia el destino coreano. Otras han indicado que se quiso dar tiempo a China para que presionara a Pyongyang y se decidió no suspender los ejercicios con Australia. En cualquier caso, el portaaviones, esta vez sí, se dirige hacia la Península de Corea. Llegará a su destino la semana próxima. Supuestamente.