El jueves pasado Diario Judicial publicó una nota sobre un recurso de amparo presentado por la participante del concurso para la selección de jueces de Cámara, en el recurso presentado por Marcela Von Fischer se daba cuenta de irregularidades además, sin prueba alguna sostenía que había recibido “sugerencias” de retirarse porque había gente con mayores probabilidades que ella. El recurso, fue rechazado.
Tal vez lo más extraño es que el recurso fue presentado antes de que se conociera el resultado final del concurso. Otro dato sospechoso, llegó a un medio nacional sin habaer sido conocido en ningún medio local y pocas horas después de haber salido la resolución judicial. “La información viaja más rápido cuando alguien tiene interés en que se difunda”, fue una frase acuñada en la época colonial y sigue siendo igual de válida.
Pasaron las horas, los días y salvo la versión impresa de un conocido diario web salteño ningún diario local se hizo eco de ella. Aparentemente a alguien le molestó que la información no haya llegado a las páginas centrales de la prensa vernácula.
De a uno los “patasucias” empezaron a ensuciar la escena de un crimen que aún no se había cometido. El jueves, antes de que se publicaran los resultados ya se hablaba de un escándalo.
Acá vamos a detenernos para actualizar el glosario, “patasucia” se le dice a los policías que llegan a la escena de un asesinato con la intención de ensuciarla, fuman en el mismo lugar de hecho, dejan sus huellas, permiten a la familia de la víctima abrazar el cadáver y otras tantas triquiñuelas del oficio. La Justicia tiene sus propios “patasucias” que filtran información a la prensa para confundir y direccionar la opinión pública hacia uno u otro sentido.
Todos los periodistas acostumbrados al ámbito judicial coinciden en una cosa: desde el caso de las francesas, hacía mucho tiempo que no había tantos operadores judiciales pasando información a los medios, todos a la vez.
El lunes ya era obvio, habían un interés en que el concurso se caiga y alguien habían mandado a los “patasucias” a embarrar la cancha, las versiones fueron desde que habían encontrado a dos magistradas copiando, hasta que a media docena de participantes les habían entregado las pruebas, que se encontraron “machetes” en el lugar de la toma de exámenes, que el tribunal examinador dictó respuestas, entre otras cosas.
Por detrás de esta maraña de información falsa corría la verdadera historia, una interna entre el poder político y el judicial para imponer candidatos, el mismo lugar que había sido terreno fértil para que la política haga y desahaga a placer, se había convertido en un campo donde la Justicia empezaba a imponer condiciones.
A los poderes políticos que se ciernen como nubarrones sobre la Ciudad Judicial no les gustó para nada que la Justicia tuviera la loca idea de ser independiente de los deseos y las órdenes el Grand Bourg. Así llegó el esperado descenlace.
Juan Manuel Urtubey, el gobernador, titular del Poder Ejecutivo decidía que la independencia del Poder Judicial era algo que no podía ocurrir de ninguna manera y con el argumento de que “concurren circunstancias suficientes y justificadas que autorizan, de manera excepcional, a rechazar en su totalidad la terna propuesta por el Consejo de la Magistratura y solicitar la apertura de nuevos concursos para cubrir las vacantes” pidió que se suspenda el concurso.
La Fiscalía de Estado que responde sin tapujos al gobernador refrendó el pedido arguyendo “la existencia de una serie de irregularidades evidentes e insalvables que, en consecuencia, tornan en irregular el procedimiento.” No obstante, ninguna fuente oficial dio jamás cuenta de cuales fueron esas “graves irregularidades”, por una cuestión simple, no eran graves, ni tan irregulares.
La acusación irrefutable por la cual se cayó el concurso es porque el caso con el que se tomó examen había sido tratado un año atrás por la Sala III de la Cámara Civil; y dos secretarias de esa Sala: Victoria Mosman y Alejandra Gauffin se habían presentado a rendir, como lo hicieron en casi todos los concursos que hubo en estos últimos cuatro años.
Nadie tomó en cuenta que el tema se sorteó a sobre cerrado y que se hizo a la vista de todos los concursantes, pero la información sobre gente que se había copiado, las respuestas repartidas entre hijos y entenados ya se había difundido y a nadie le importó saber la verdad.
La celeridad con la que el Gobernador y la Fiscalía detectaron las irregularidades contrasta con la lentitud de concursos más escandalosos como el de Pablo Robbio Saravia, que llegó en noviembre a una terna para ser juez pese a tener pendiente causas por violencia de género, haber participado de un escándalo por entrega irregular de casas y luego que se filtrara un audio donde se escuchaba el examen oral, donde el candidato no había logrado responder ninguna pregunta de las que les hacía el tribunal examinador, en aquel momento ni al Gobernador ni a la Fiscalía de Estado le había parecido tan grave, que tenga denuncias pendientes o que no sepa responder preguntas sobre su futuro cargo, se demoró cinco meses de publicaciones periodísticas y presiones de distintas agrupaciones para que se retire el pliego del abogado con profundas vinculaciones políticas.
En cambio, este concurso en sólo cinco días se anuló, el concurso se hará de nuevo y a nadie le extrañará cuando los “amigos de…” salgan ternados, una terna que definirá quien ganó la pelea, si la Justicia o la Política, en el medio toda una sociedad espera la tan mentada independencia de poderes.
Por Diego Nofal
Para FM Capital