Esa herencia que amerita soluciones urgentes para ser canalizada y resuelta de manera seria y con perspectivas de permanencia en el tiempo, nos obliga a poner la vista en cuestiones previas que afortunadamente ya fueron atendidas y en el transcurso de esta primera parte de la gestión de Cambiemos se volvieron naturales, me refiero, entre otras cuestiones, a la normalización institucional de nuestro país, al lógico respeto a los gobiernos provinciales de signo político diferente, al manejo público y veraz de las estadísticas e informaciones públicas y al funcionamiento democrático y vigoroso del Congreso, donde se expresan libremente diversas posturas políticas e ideológicas, y que luego de arduas contiendas , resultando o no ganadora la moción oficialista, no se producen persecuciones de ningún tipo ni reprimendas contra los opositores, aceptándose las decisiones emanadas de ese poder encargado de discutir y decidir las normas que nos regirán. Desde los palcos periodísticos ni desde agrupaciones rentadas tampoco se entablan ataques encarnizados contra los funcionarios, empresarios o personalidades que no son afines al gobierno nacional, muy por el contrario , se respira un aire de tolerancia y mutuo respeto, como condición esencial para el reencuentro de los argentinos y en el convencimiento de que en esa unión se pueden encontrar las soluciones para los innumerables frentes de conflictos abiertos heredados del matrimonio Kirchner. Solo a modo de ejemplo podemos hablar de la Inseguridad y el narcotráfico. De esta manera van quedando atrás los escraches fascistas que tan hondamente caracterizaron al gobierno anterior y que alimentaron la división entre los argentinos. La famosa grieta, fue adrede, ariete del populismo en la construcción de su poder. Ya desde el primer día de la gestión del Presidente Macri, cuando la ex presidente se negó infantilmente a entregar en acto formal los atributos de mando al Presidente electo, en franca estrechez de decencia y tolerancia, se evidenció el contraste indubitable con las convicciones del nuevo gobierno, que en lugar de buscar revanchismo, se centró en las difíciles misiones de gobernar, dejando de lado el proselitismo a la hora de administrar. Imposible no recordar que estábamos en default y con cepo cambiario.
Esta impronta alejada de los fundamentalismos, que acepta el sano disenso y respeta a quienes piensan diferente, nos abre la posibilidad de continuar avanzando en esta suerte de ´´contrarelato´´, donde las visiones populistas pretendieron socavar las bases de nuestra sociedad atacando la estructura educativa, a través del igualitarismo que desalienta el esfuerzo, el sacrificio y el compromiso necesario que debe tener todo estudiante para aspirar a ser mejor, se demonizaron palabras como disciplina y autoridad , llegando al extremo de situaciones violentas de padres a profesores y de alumnos hacia maestros. Se tergiversó las funciones de la misma justicia al usar al sistema judicial como una entidad cómplice de los delincuentes, garantismo zafaroniano con crudas consecuencias hasta nuestros días, y hasta se pretendió, con posturas extremas y reñidas con la naturaleza y las normas más elementales, instalar a través de un bombardeo mediático, ideas feministas que nada tienen que ver con la mujer trabajadora, profesional, madre de familia y pilar fundamental en tantos ámbitos donde se refleja sus insustituibles bondades y capacidades. Se llevó hasta el paroxismo, la “IDEOLOGIA DE GENERO “, dando como resultado, la naturalización de aberraciones contrarias al derecho natural y de costumbres argentinas, pilares fundamentales de nuestra identidad. En el ámbito de la Ciudad de Salta, el reconocimiento casi unánime del Concejo Deliberante a los Soldados de Manchalá, hombres que actuaron durante la vigencia de un gobierno democrático, el 28 de Mayo de 1.975, defendiendo nuestra Nación de un ataque terrorista foráneo, personalizado por el ERP y digitalizado por Cuba-, es también un avance en materia de derechos humanos, al menos tiende a enmendar una política maliciosa, que no devino en justicia sino en venganza. Resolver la falsificación burda de la historia es otra de las cuentas pendientes para lograr paz social, que nos lleve a un verdadero encuentro entre los argentinos.