Los incendios en Brasil, Bolivia y Paraguay traen, además de consecuencias negativas para el ambiente, un alerta meteorológico en Buenos Aires por la presencia de humo en el aire. En algunas regiones de Uruguay, el hollín proveniente de las millones de hectáreas arrasadas por el fuego se combinó con un frente húmedo, lo que provocó un fenómeno coloquialmente conocido como lluvia negra.
La lluvia negra ocurre cuando partículas contaminantes suspendidas en el aire, por ejemplo, de un incendio forestal, erupciones volcánicas o polución industrial, se fusionan la humedad del ambiente y forman gotas de lluvia que, al precipitarse, adoptan un color negro o marrón.
Esta lluvia particular fue registrada por vecinos de varias localidades uruguayas del norte y noreste del país, quienes compartieron su sorpresa en las redes sociales. Este tipo de precipitaciones podría traer consecuencias negativas para la salud de las personas -como irritaciones en la piel o problemas respiratorios-, los cuerpos de agua, los suelos y las plantaciones.
Uno de los casos más conocidos de lluvia negra ocurrió después de la detonación de las bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki, en 1945. La explosión nuclear levantó grandes cantidades de polvo radiactivo que, al combinarse con la humedad del aire, produjo esta lluvia contaminada, que resultó extremadamente peligrosa para la salud humana debido a la radiación.
